En 1999 un joven de diecisiete años llamado Gustavo Adolfo Parada Morales, el Directo, fue acusado de cometer diecisiete asesinatos como líder de una de las clicas noventeras más activas y peligrosas de la Mara Salvatrucha: la Pana Di Locos. De él se escribió que era el hombre más peligroso y temido de El Salvador, el monstruo, el enemigo público número uno. Se fugó poco después de ser condenado. Lo recapturaron. La Mara Salvatrucha lo sentenció a muerte. Se rehabilitó. Recuperó la libertad. Se casó. Regresó a la cárcel. Crio dos hijos. Volvió a asesinar. Fue asesinado.
Durante siete años, el periodista Roberto Valencia entrevistó a medio centenar de personas que lo conocieron de cerca (familiares, víctimas, policías, jueces, curas, psicólogos, mareros...), indagó en expedientes y archivos oficiales, y pasó cuatro tardes con el Directo en Zacatraz, la cárcel de máxima seguridad de Zacatecoluca. Con esta información, Valencia teje una minuciosa tela de araña que conecta —sin atajos ni tentaciones exculpatorias— la violencia de las maras con la reciente historia sociopolítica de El Salvador. Un relato obsesivo y desasosegante. Sin escapatoria.
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